domingo, 11 de diciembre de 2011

Hay semanas en las que por mucho que sepas que un cuento tiene que empezar por un principio, no consigues nada que se adapte a lo que realmente tienes tú en la cabeza. Mis musas siempre han ido por libre, se adaptan a mi, o yo a ellas y al final tan sólo consigo verter palabras a borbotones en un papel sin ningún tipo de sentido, de historia, de personajes. Son como yo, caóticas y sin ningún sentido, y se enfadan cuando la respuesta que consiguen en su realidad no es la que habían imaginado en sus pensamientos. De ahí que todo el refranero popular consiga obtener leyes extrañas en mi vida; o que sea capaz de adaptar todo un año de anécdotas y sentimientos, con frases de Sabina, buenas o malas según la ocasión; crueles y amargas si llueve, nostálgicas si hace frío y esperanzadoras si el paisaje es lo suficientemente evocador. Tampoco es para tanto, en la mayoría de las ocasiones yo siempre vería el vaso a rebosar. Dice Calderón de la Barca (más bien decía) que el peor de los sentimientos es el de tener la esperanza muerta. Más que una frase, esa casi sería una sentencia: una sentencia de vida bastante peor que no existir, porque no habría musas, esperanzas, imaginación con respuestas ni sin ellas, y no podría escribir en ningún lado ningún tipo de apunte, ya que nunca imaginaría algo sin existir la posibilidad de que se cumpliese; y sin esperanza no habría palabras ni cuentos: todo se habría terminado. Siempre escribo en noches de lluvia. O cuando estoy triste. Siempre escribo cuando lo veo todo muy lejos, muy pequeñito. Será que si hace sol, la inspiración se marcha a la playa. Y escapa lejos. Porque para tener esperanza, tiene que estar una de las dos. Por eso cuando hace sol, ella se toma unas vacaciones y me deja a mí los asuntos de fé. Y afortunadamente cuando soy yo la que olvida la esperanza, vuelve la musa a recordarme que exagero, y que nunca nada termina hasta que se dice la palabra fin.

jueves, 2 de junio de 2011


"No quiero ser esclava de mis pasiones, quiero sentirlas, vivirlas y recordarlas"


Nada es tan cierto como eso, y reconozco que sigo confundiendo día trás día ese sentimiento, con otros más románticos; por eso pienso y pienso, y convierto mi cerebro en un rompecabezas que va y viene sobre la misma idea estúpida que no abandono; porque las pasiones al no vivirlas ni sentirlas se mueren, ya que solo las recordamos o imaginamos como un amago de amor, que nunca ha sido real.

Es cierto el instinto de cazador; lo complicado es más atrayente, y por eso al puzzle que he creado siempre le falta la misma pieza que por muchas vueltas que le dé ha desaparecido, o más bien nunca ha existido, porque no vale el cavilar y cavilar sobre si mi pena es o no de desamor, porque en esta ocasión, aquí, no existen los cuentos de hadas porque nisiquiera los deseo.

Lo que deseo es dejar de ser esclava de mis pensamientos, y vivir, sentir y recordar la pasión irrefrenable que nos une en ciertos momentos, al fin y al cabo, no es obligatorio que todos los finales sean felices o infelices; lo importante y esencial es sentirte plena en cada momento, vivir la fuerza que me das con la intensidad y las ganas que siempre demostramos. No necesitamos ser Romeo y Julieta, ni tenemos que ser unos personajes dramáticos que no alcanzan nunca lo que anhelan. Ya lo hemos alcanzado. Ya he sentido tu piel, ya he aspirado tu olor, ya me he despertado entre tus brazos. La próxima vez que consiga no ser esclava de mis pensamientos o mis pasiones, podré vivirlas, sentirlas , y el recuerdo será imborrable.
Al fin y al cabo , la vida, no es más que un cúmulo de deseos y de hechos, y al desear nunca podemos equivocarnos.

lunes, 14 de marzo de 2011

CLAVOS EN EL CORAZÓN

No la he escrito ahora, por eso no tiene sentido, pero si tuviera que recuperar algo de mi anterior blog, sería esto, de lo que ni me acordaba, pero como decía Calderón de la Barca "El peor de los sentimientos es el de tener la esperanza muerta"




Antes te recordaba a diario; echaba de menos los días felices acurrucada sobre tu pecho; antes me dolía tu ausencia y me mataba tu silencio; antes el dolor me hacía estallar de rabia hacia lo que no podemos hacer perdurar en el tiempo.

Los minutos me aplastaban y las noches sólo se dormían cuando formabas parte por fin de los sueños, y tus lágrimas hubiesen sido mi salvación si hubiese sentido que tu también llorabas por mí, que también te dolía mi ausencia.

Supongo que en los momentos duros de ciertas despedidas, duele más el rencor que el adios, aunque la nostalgia gane a veces a los dardos, y hunda una flecha en la diana…Creí que todas las batallas eran perdidas o ganadas y no supe adivinar que a veces consideras la victoria solo con no sentirte derrotado. Y todos sentimos tu derrota, y la mía; ninguno ha ganado. Tan solo hemos desaparecido.


Las historias que hemos escuchado han sido a veces partícipes de nuestro juego; hemos creado nuestra particular leyenda sin final, hemos creado un final para un cuento que nunca empezó.

La fantasía sigue, y los sueños no llegan nunca a morir contigo; sigo soñando sin estar acurrucada en tus brazos, y mi agonía se ha quedado hace tiempo clavada en tu memoria.

El cuento no ha acabado…simplemente se ha perdido un eslabón, simplemente hemos dejado un capítulo sin concluír…

SI TUVIERA QUINCE AÑOS...

Cuando tenía quince años, o incluso menos siempre imaginaba como sería mi vida cuanto tuviera la edad que tengo ahora. Tendría un buen trabajo, viajaría por todo el mundo, conocería a gente interesante e incluso podría ser que fuese una artista famosa. Habría tenido una boda de ensueño con un tipo guapísimo que estuviera locamente enamorado de mí, y viviría en una casa con jardin y el perro de Scotex.

Cierto es que de alguna de todas esas cosas estuve a punto, e incluso llegué a hacer cosas que nunca creí realmente conseguir. Pero tambien es verdad, que tengo 32 años y la vida igual de desordenada que cuando soñaba con quince. Siempre falla algo, siempre falta algo, y cuando me da la sensación de que mejora una faceta de mi vida, otra falla o se hace demasiado complicada; o acabo sintiendome culpable por hacer cosas que quiero y no debería, entre comillas.

El caso es que no me he casado, ni de blanco, ni de negro.....el caso es que no tengo hijos, aunque en ciertas ocasiones yo me hubiese muerto de ganas, el caso es que mi trabajo es extraño y no lo que esperaba... El caso es que no viajo por el mundo ni veo paisajes nuevos, ni conozco gente interesante...El caso es que desde hace un tiempo tengo la sensación de que lo que me falta es precisamente eso, tiempo, y vuelvo a tener unas ganas inmensas de escaparme de todo una temporada, de desaparecer de casi todos, de dar un vuelco, un cambio drástico, de tener algun tipo de meta con fecha.
Soy complicada.

Me resulta una gilipollez decir que no me arrepiento de nada del pasado, más que nada porque si me arrepiento, de un montón de cosas, que sigo pagando a día de hoy, que a veces me dan la sensación de que son las que no me dejan tomar ninguna determinación, o que cuando estoy a punto de hacerlo me aterrorizan.
Es complicado, pero siempre hay momentos dónde la nostalgia y la desazón llegan a ser tan fuertes que te pegan una bofetada en la cara.

Creo a veces el ser una persona entera, siempre alegre y siempre con la cabeza alta puede llegar a ser un arma de doble filo. El ser humano es un ser social, y se supone que nos necesitamos los unos a los otros para seguir adelante. El hecho de creer que yo estoy fuera de eso, es la mayor tontería que solo yo soy capaz de hacer. Esa, y otras muchas. De hecho, fui yo la que presenté este blog como mi planeta y a veces en él se encuentra algún agujero negro sin explicación.

Si tuviera quince años otra vez, probablemente hubiese hecho todo de la misma forma, porque se supone que no conocería el desenlace de las cosas... Pero todo el mundo tiene días negros, dónde solo encuentra agujeros vacios, y se necesita escapar. O establecer un punto y aparte. O para ciertas cosas, como los recuerdos, incluso, un punto y final.

martes, 1 de marzo de 2011

No me acuerdo de cómo se escriben cartas de amor. La verdad no recuerdo ni la sensación. De todas maneras, no es verdad que solo escriba cuando estoy triste, o me pasan cosas malas. A veces hay cosas que aunque las cuentes, suenan imposibles, y supongo que por eso es más facil poderlas escribir, porque así es complicado correr el riesgo de sentirse juzgada o de que alguien pueda llegar a pensar que en tan poco tiempo uno no puede correr el riesgo de sentir absolutamente nada.

Pensé el poder recuperar alguna historia del pasado y cambiarla un poco, porque no tenía la idea clara de que letras poder combinar para formar las palabras que te den una idea de lo que me pasa por la mente, pero luego me arrepentí; porque está claro que si escribes para alguien nunca puedes compararlo ni definirlo como lo definirías en otro momento de tu vida. Porque yo ya no tengo quince años, ni veinte, y no me parece justo regalarte algo de segunda mano. Ahora bien, al comenzar de cero, nunca sabemos que desenlace tendrá ni si todo tendrá un toque demasiado cursi, o melodramático que es más de mi estilo.

Tengo la sensación de que con esto pierdo la parte de control sobre mí misma que aún me quedaba, porque te cuento demasiado, te escribo cosas ridículas que probablemente veas como demasiado pastelosas, y yo tendré que aguantarme, porque si fuese al revés, estaría metiéndome contigo y llamándote capullo. Y tu te reirías, y dirías que nunca aciertas y que estoy un poco chalada.

Hace casi un mes que empezó esta locura, y no recuerdo un solo día que no pensase en tí desde que cruzamos la primera frase. Y seguramente ha sido una tontería la forma de conocernos, una osadía el pasar el fin de semana juntos, un sprint la manera en la que te metes en mi cabeza; pero no ha salido tan mal cuando se que no olvidaré nunca el momento en el que bajaste de esa moto, me acariciaste la mejilla y me diste un beso interminable, de esos que aunque no sean tu primer beso, no se olvidan jamás.

No te has preguntado nunca que tipo de señal recibimos si realmente nos cruzamos con la persona ideal para pasar juntos el resto de la vida?. Yo me lo he preguntado miles de veces, y no tengo respuesta; pero se que llevo mucho tiempo sin atreverme a dar un paso adelante con nadie, porque no estaba convencida, porque no me apetecía llevarme más golpes, porque era feliz en mi faceta de libertad total; y apareciste tú, con tu cara de no haber roto nunca un plato, con tu mirada de malo, y con tu forma de abrazarme, y ahora no me imagino una sola noche sin al menos compartir un rato contigo, y planear cuantos días nos faltan para podernos ver de nuevo.

Querías un manual de uso, un libro de instrucciones, y lo único que puedo es contarte la manera en la que me haces sentir. Y en las ganas que tengo de volver a estar contigo mil y una veces más.

miércoles, 12 de enero de 2011

SUPERHÉROES

No soy un superheroe, lo tengo muy claro. No tengo ningún tipo de arma que pueda controlar el mundo, ni a los demás. Y hasta creo no tener el poder suficiente como para controlarme a mi misma. Eso me hace pasar de superheroína de comic a desastre con patas.

No tengo la fuerza de voluntad suficiente para cumplir ningún tipo de propósito, sobre todo porque no he llegado a desear con ganas ninguno en concreto, ni he perdido la esperanza ante cosas que no han sido solo amenazas, si no que ya han llegado a ser hechos, y yo aún así no los quiero creer.

Me invento una parte fuerte a la que el transcurso del mundo le da igual, pero tengo una muy débil en la que lo peor es que todavía no logro saber lo que quiero. Y por mucho que lo piense, no creo que fuera detener a los malos.

Tengo ganas de escaparme, de aquí, de este sitio, de este tipo de vida y comportamiento que no me lleva a nada. De no saber que pasará mañana, de esta cansada de la misma gente y los mismos propósitos a corto plazo. De pensar en cosas que no me pasan y evadirme de lo que si me sucede. De no tener ningún tipo de aventura aquí. Ni allá. Ni en ningún sitio. Y al mismo tiempo de tener miedo de que un cambio demasiado brusco me suponga mil y un quebraderos de cabeza con los que tendría que lidiar.

Y no me apetece pensar, pero mi mente y yo vamos a ritmos diferentes. Ritmos frenéticos. Ritmos desacompasados. Y lo único que me inspira eres tú. Y la forma en la que me mirabas. Cuando lo hacías claro. Por eso intento evadirme de ti como siempre aún sabiendo que no quiero estar en la cama de nadie más. Sabiendo que eres un imbécil y que tu y yo no podríamos estar juntos, porque ni siquiera yo lo soportaría. Y aún así vuelvo otra vez.

¿Y no era este el año en el que iba a pasar de todo? Dónde sólo sería la reina de la noche dedicándose a amores de barra que me intrigasen , que me derritiesen pero solo por un momento? Y vuelvo otra vez a pensar, aún en otros brazos, en los tuyos; aún con otra mirada y soñando con tus ojos, y rememorando una y otra vez los poquísimos despertares a tu lado. Lo peor de todo, es que aún así, sé que no estoy enamorada de ti. Pero que de alguna extrañísima forma nos une un destino a muy corto plazo que me agota. Porque me agota tenerte en mi cabeza, me agota escuchar tu voz, y me agota coger el teléfono y llamarte. Me agota tenerte cerca, y no puedo tenerte lejos por ahora.

¿Y lo mejor que sería? ¿Dejarme llevar por lo que quiero y acabar contigo otro día más? Sabiendo que al siguiente me preguntaré que horrible sentimiento me hace temblar tanto a tu lado. Y rememorar una y otra vez las sensaciones que me producen el roce de tu cuerpo cuando te pegas tanto a mi, cuando me besas sin dejarme respirar, cuando me susurras que te encanta, que te morías de ganas por tenerme, cuando tus gemidos se confunden con los míos, y no me dejas pensar, al menos en esos instantes. Esa noche. Esa madrugada.

Sabiendo que volveré a casa con la duda de cuando te volveré a ver y con la casi convicción de que algún día se repetirá. Y esperando a que haya una buena razón para olvidar del todo esos momentos contigo. Tal vez si fuera un superhéroe tendría esa fuerza de voluntad.

domingo, 8 de agosto de 2010

KILOMETRO CERO


De todos los defectos que una persona puede llegar a tener, y creedme que los míos se cuentan por docenas, el peor y más complicado de soportar es el desequilibrio seguridad-inseguridad.


Soy una mujer segura para todo, al menos eso suelen decirme, que sabe por dónde va, por dónde pisa, en que ambientes se mueve, pero que desgraciadamente tropieza siempre en el mismo punto del camino. Yo suelo llamarle la vuelta al kilómetro cero, por aquello de volver a empezar el camino de una manera diferente. El caso es que al final, siempre lo empiezo igual. Y a veces, eso es como una especie de principio del final. O de final, directamente.


Siempre he sido muy impaciente, y si no obtengo una respuesta que me convenza, enseguida logro inventármela yo, aunque sea mentira, aunque esté fuera todo objetivismo, aunque siempre tenga a alguien que se ría de mis explicaciones o que intente echármelas abajo. Son mías, yo las creé, y por eso para mí acaban siendo las correctas, aunque estén solo en mi imaginación, o en mi inseguridad.


Alguien dijo alguna vez que las palabras se las lleva el viento, y ultimamente lo que más he escuchado es que las frases echas no tienen sentido. En mi opinión, todo tiene sentido si uno se lo dá, es así de simple. Y aunque los hechos sean lo que al final permanece, las palabras tienen el don de ser como una caricia y una reafirmación de las cosas que se demuestran. Pero claro, eso sólo según el sentido que yo le doy. Por eso al final, no dejo de preguntar y preguntar, hasta que como en un concurso se diga la palabra correcta, la frase que quiero oír, el sentido que quiero que otros le den a las cosas. Y que desde hace poco, pienso que son sentidos tan diferentes que van en paralelo y jamás llegarán a unirse.


Y me siento tan vulnerable a las palabras, a la falta de ellas, me siento tan vulnerable a echos que ya no se como tomarme. Y es que por mucho que yo escriba las canciones más hermosas, se olvidarán si las melodías no se recuerdan; y aunque yo piense en que como será el futuro, éste nunca llegará si no logramos llegar a acuerdos en el presente.


Esta vez, lo duro del kilómetro cero, va a ser pararse en seco y dejar que si quieres, continúes tú.

jueves, 24 de junio de 2010

PAPELES MOJADOS


Acabo de ver todos mis borradores escritos; pretendía recuperar alguno. La verdad, no puedo, porque siento como si esto fuera un anillo de compromiso que te regalaran aún habiéndolo comprado para otra, y ya no es justo, ni bonito, ni especial, ni tiene el significado que nisiquiera le doy.


Al final, vuelvo a escribir, sin saber el tema. Pero se que al final solo escribo para mi y eso me consuela.


Esta semana está siendo larga, insoportable, pegajosa. Se está convirtiendo en un viaje en coche con toda la familia donde preguntamos trescientos millones de veces cuando llegamos y la respuesta siempre es es cinco minutos. Pero bueno, el viernes llega; el coche se para y solo nos queda bajar las maletas para poder zambullirnos en el agua. O escondernos en la concha como los caracoles.


Me gustaría volver a ser capaz de escribir cartas de amor. Siempre lo pienso cuando leo algo de hace tiempo. Aunque ahora creo que me sentiría ridícula al hacer partícipe a alguien de algo que no se como se tomaría. Por eso ya no escribo tanto, ni cartas, ni leyendas, ni deseos. Y las historias en conjunto prefiero ni soñarlas no vaya a ser que esa sea la forma en la que desvanecen al despertar y por eso al final no logro encontrarles ni tan solo el sentido de lo que fueron alguna vez. Solo historias, supongo.


Lo curioso, es que al final digo que no y es que si. Y sueño y espero, y ansío y anhelo. Y creo que en alguna ocasión todo ello tendría que tener una conexión específica. No quedarse siempre por el aire, flotando y lléndose. Porque todo lo que flota llega un momento en el que tendría que tener tendencia a caer. y no se la razón pero no sucede.


A veces creo que lo que pasa, es que no sirve de nada pretender convertirse en amiga, amante, apoyo, pareja. Porque queremos ofrecer cosas que no se nos han presentado, y al pretender no cosechar nada de lo que se siembra la sensación es siempre de impotencia.


Y no puedo aguantar tener que imaginarlo todo, que cosechar en vacío, y que sembrar sobre terreno muerto.


Y sin embargo, digo si otra vez. Aunque sea que no. Y veo cosas que me das, que no se si son ciertas porque me pesan piedras a mis espaldas. Que pretendo no endosarte, pero que me doy cuenta de que sin querer lo hago. Y eres el culpable de que las hogueras se apaguen, de que los globos se escapen, de que el aire flote, y casi casi, de que la capa de ozono se extinga.


Y aún así no puedo evitar otra afirmación, y las que hagan falta. Y por mi parte, espero que no queden en historias contadas, y en papel mojado.




jueves, 6 de mayo de 2010

FUTURO DE ASFALTO


Casi un año de mi última entrada, casi un año que hace que no paso por aquí nisiquiera para escuchar la canción que suena cada vez que abro mi otra constelación.

Me trae recuerdos volver por estos mundos ya que así se en que ocupaba mi tiempo hace tantos días. Con quien estaba, lo que pensaba, lo que sentía; y por eso a quien me lea me cuesta tanto poderle explicar ciertas cosas que ya en aquel momento recalcaba: el amor siempre presente y siempre ausente. Siempre creyendo que lo tenía y siempre sabiendo que nunca lo sentía.

Y no es que por mi vida no hubiera pasado gente interesante o que no hayan seguido pasando, si no que cuando uno puede comparar el como se siente en uno u otro momento, sabe que si hubiera una escala para medir los sentimientos, habría momentos realmente inexistentes.


Un año ya, y tantas cosas y tanta gente. Y tantos instantes que olvidar o recordar. Y a veces tantas y tantas ganas de seguir para adelante; y otras con tantas y tantas ansias de volver para atrás y no esperar más.


Todas las veces que he pensado en el futuro he sido capaz de ver caminos, cruces, bifurcaciones incluso norias y tiovivos. Nunca hasta ahora se me abría ocurrido ver una simple carretera negra sin final, sin nada en el otro lado, persiguiendo un signo de interrogación que siempre siempre está detrás de tantos puntos suspensivos. Y sin embargo ahora mi destino es solo el asfalto, en el que yo espero, en el que yo pienso, y en el que yo pongo tantos y tantos deseos. Con miedo con ansias y lo que es peor, con la convicción de que esta carretera está en realidad en construcción, y cuando se acabe podremos pasar por ella siempre que queramos, que no habrá que esperar más.


Y sabiendo que lo mío nunca fue la paciencia, me parece increible que siga dándole una oportunidad a un asfalto que aún no conozco; en el que todavía no he puesto los pies las suficientes ocasiones. En un destino gris que puede oscurecer con cada kilómetro y aún creo que merecerá la pena. Esperando que cuando se ponga el sol sobre la carretera, desaparezca esa interrogación agotadora. Soñando esta vez que no me equivoque. Que no me pierda. Que no me confunda de dirección.

Que esto no sea solo un recuerdo más que rememore el año que viene.

domingo, 9 de agosto de 2009

domingo, 10 de mayo de 2009

CASTILLOS EN LA ARENA



Intenté empezar esta historia como un cuento, con un final feliz. Comiendo perdices o despertando a una princesa con un beso. Como en blancanieves. Pero es imposible, no puedo.


Después traté de darle sentido a todo con canciones de Sabina, sabiendo que tú lo entenderías, pero sigo siendo incapaz.


No es que no recuerde nada, como para poder contarlo. Simplemente es que yo no soy escritora y no dispongo de las herramientas necesarias como para crear un cuento de hadas. O a lo mejor es que no quiero un final, ni feliz ni amargo; simplemente no lo quiero.


Es como cuando lees un libro dónde los personajes van entrelazando sus vidas a través de un mismo hilo. Yo quiero eso, quiero que seamos tu y yo los que inventemos nuevas historias que recordar. Los que viajemos en la misma dirección. Los que creemos cuadros de recuerdos, y los que soñemos con el primer castillo de arena que me construíste en la playa. Un castillo sin almenas, sin puerta, casi sin torres. Según tú, una casa de Gaudí.


Me preguntaste como sería nuestra historia, si tuviese que escribirla. "Sería bonita". Lo siento, mentí. En realidad, sería la más bonita. Serían la sucesión de momentos que no podre olvidar mientras siga respirando. Serían los paseos por castillos en el aire, serían las risas en la playa, serías tú haciendome cosquillas mientras grito y pido socorro en una playa desierta, para nosotros. En una playa con un neumático roto y el agua congelada.

Serían esa serie de cosas que parecen pequeñas, pero que son las que en realidad explican si somos o no felices. Y eso no es que sea suficiente, es que quizas lo sea todo.


¿No habrá una manera en la cuál yo pueda alejarme mentalmente y no notar que lo que digo no tiene sentido? Que las horas son las que marcan el tiempo, y éste aun no llega. Aún no es suficiente como para llenar ninguna novela, y tú pides dos mil citas más...........

Y yo, creo que por mucho que te escriba, no lograré que sepas que pasaría contigo el resto de mi vida.


Dos mil citas más. Ojalá; mientras sigas llevándome de la mano. Mientras sigas besándome en el momento más inesperado. Mientras sigas sonriéndome buscando mi mirada perdida tras las gafas de sol. Mientras te sigas emocionando por tonterías. Mientras sigas haciéndome sentir lo que siento cuando te escribo. Mientras pueda notar que sigo siendo yo, aún estando contigo.


Trato de esconderme de ti, y no puedo. Trato de que no me mires más, porque no sería capaz de soportar tus ojos sin decirte que te quiero, aunque parezca precipitado. Y aunque según todas la revistas femeninas, tenga que esperar a que me lo digas tu. Aunque tenga la sensación de que es imposible que eso sea verdad. Aunque que estés enamorado de mi en diez días me parezca casi absurdo. Pero así son los cuentos, no?; el príncipe se enamoró de cenicienta en una sóla noche y supo encontrarla por un único zapato de cristal. Tu solamente tendrías que seguir unos tacones altos, eso seguro. Aunque recuerda, yo no quiero finales.


Hace poco, un amigo, me dijo que me deseaba que en mi vida no hubiese más despedidas. A lo mejor tengo que agradecérselo a él, si es que lo pidió debajo de una estrella fugaz. A lo mejor tiene razón Laura, y es el destino el que marca nuestra vida. Quizás.


Quizás sea el destino, no se. Es posible que estuviésemos destinados a encontrarnos delante del mar. Y es posible que una frase tan tonta como "hoy quiero construir castillos de arena" tenga más significado y más sentido que el que nosotros creíamos.


Por eso lo único que se me ocurre es crear espacios en blanco. Dejar páginas y páginas para rellenar día trás día. Por eso lo único que quiero es continuar imaginando lugares hermosos. Seguir sintiendome como una quinceañera boba que está completamente enamorada.


Porque, créeme si te digo que no lo recordaba. El necesitar tanto sentir una piel, escuchar una voz. Darme cuenta en un momento concreto de por qué estoy ahi. Contigo. Oliéndote mientras me abrazas. Para fabricar recuerdos. Acurrucándome en tu pecho y sabiendo, en este mismo instante, que esto no puede ser escrito. No puede ser contado.


No puedo componer una vida contigo. Pero esta vez, el destino, la suerte, el azar nos da la oportunidad de vivirla juntos. Si todavía me pides dos mil citas más.


Si todavía crees que lo bueno de los castillos de arena es que siempre podrás regalarme uno.