viernes, 30 de enero de 2009

ES ÉL


El miércoles leí una libro donde la protagonista conocía a un hombre que resultaba ser el amor de su vida. Y nada más verlo, escuchaba una voz que le decía "Es él".


Yo llevo toda la vida esperando una especie de señal premonitoria de ese tipo. Algo que me diga que es él, que va a salir bien, que todo va a merecer la pena a su lado.


Escucho atentamente, miro a mi alrededor, y no veo ni fuegos artificiales ni escucho voces. Pero veo otro tipo de señales, de las que no salen en las películas. Veo como tiemblo con un solo beso, noto que necesito pegarme aún más a ti, y nunca me parece suficiente; escucho tu respiración agitada que me recuerda que esto es la vida real. Y no puede haber gritos más claros.


Es imposible que no me de miedo un volver a empezar. Que no me de miedo que uno de los dos acabe destrozado. Pero seguir, como tu mismo dices, es un impulso irrefrenable. Es como subir un acantilado con vértigo sabiendo que a lo mejor la princesita tiene que bajar de golpe.


Siempre temo finales sin principios. Forma parte de mi. El tener que pensar y preguntarme ahora que significan unas horas, un día, una noche. Forma parte de mi cabeza loca el tener que hacer un análisis sin sentido dónde, como siempre, yo misma crearé preguntas y respuestas.


Y tendrás que ser tú el que siga besándome para que tiemble y no pueda pensar. Para que no vuelva a decirte que no quería enamorarme. Para que siga siendo una princesita que no teme las alturas.


Y tendrán que ser tus millones de caricias suaves las que me digan que mereces la pena tanto como creo, tanto como me dicen tus ojos cuando me miran.


Tanto como para saber que eres tú sin tener que escuchar ninguna voz que lo diga alto y claro. Porque esto no es un libro dónde esté ya escrito el final, porque podemos inventarnos todos los capítulos y terminar con un cuento de hadas.