lunes, 17 de noviembre de 2008

UNA TARDE EN EL UNIVERSO DE TUS BESOS Y CARICIAS




La última vez fue en los acantilados de Meirás.
Volverían a pasar dos semanas o dos décadas para sentirme observada por tu mirada de niño bueno que nunca ha roto un plato.




La última vez fue en una playa; en una estación; en un encuentro de besos callados que me hacían gritar. La última vez gritaba en silencio que no quería despedidas. La última vez pensaba en lo difícil que se me hacía aceptar todo tu adios.




Y de nuevo ahora, regresos junto al mar de una ciudad que sigue sin gustarme. Regresos a una orilla que siempre me recibe con su particular visión de un amor que nunca lo será. Bienvenidas a un mundo que me seduce si lo veo de tu mano, y aún así me asusta hasta el punto de ser más fácil para mi el romper una lanza en mi contra.




A veces siento no ser yo la que te sirva sopa de sobre, o la que te invite a pasear por la luna de noches nuevas. Alguna vez siento ser yo la que te pida en cada momento una dedicatoria diferente, o un universo que tu sólo puedes darme si yo olvido a veces que existe.




Y finalmente, soy yo la que llega con la marea y se marcha con la tempestad del pudor que hemos dejado atrás una tarde de domingo.




Y finalmente sigo siendo yo la que se va con el sabor agridulce de no saber si nos une algo diferente de una relación a tiempo parcial que tendríamos que definir por contrato.




No se; se que lo único fácil es no complicarlo; se que lo único correcto es dejarte pedir otro segundo plato; se que lo único factible es que esto siga sin definir aunque corra en nuestra contra.




Se que volveré a pedirte que entres en esa otra constelación que me caracteriza, y que vuelvas a compartir conmigo tu universo de besos y caricias.




Esta vez ha sido sin acantilados, aunque a veces tus ojos siguen dandome el mismo vértigo.












No hay comentarios: