domingo, 14 de septiembre de 2008

LOS AGUJEROS NEGROS



Es importante para explicar lo extraño de mi planeta, el poder conocer la multitud de accidentes geográficos que en él se encuentran.

Si tuviéramos que citar eso mismo, aplicado al mundo real; encontraríamos cabos, mesetas, bahías, sistemas montañosos y un sinfín de etcéteras diferentes.

No obstante, estoy convencida de que en ningún sistema que se precie de serlo existen tantos agujeros negros como en mi planeta. Agujeros negros del recuerdo selectivo y del olvido trascendente; agujeros negros que provocan las más extrañas caídas al vacío; desapariciones increíbles y despedidas sin sentido; o adioses eternos sin ningún tipo de muerte anunciada.


Creo que lo peor de mi planeta es eso: los desencuentros. Los finales sin perdices, el silencio del teléfono, en paso de las horas, la espera del minuto siguiente.


Nunca sé , a pesar de las múltiples teorías, porque las épocas se acaban sin avisar.

Está la teoría de haber empezado demasiado deprisa, y pedirle frutos a los árboles cuando éstos apenas habían florecido.

Está la teoría de que en un planeta como el mío no puede haber este tipo de estaciones; y luego estoy yo; sin teoría de ningún tipo y sin querer creer lo evidente: que una época siempre tiene un fin, incluso cuando no ha tenido un principio.


Y todo esto para decir que mi planeta necesitaba una nueva temporada, necesitaba una segunda historia, necesitaba un amuleto de azabache para poder sobrevivir una constelación más.


Pero te has ido sin un adios, sin una noticia, sin una verdad. Y un vendaval aquí hubiese sido más acertado para que al menos pudiera acabar odiando esa nueva temporada oscura, muy oscura.

Es lo que tienen los agujeros negros, simplemente en ellos, desapareces.


No suelo escribir cartas, ni peticiones, y menos a tí; que eres tan nuevo en mi vida; que has entrado sin pedir permiso y te has metido en mi planeta como si tu mundo hubiese sido siempre tan extraño como el mío.


Por eso sigo otra vez pensando en libretas del cole, aunque escriba a ordenador. Por eso sé que yo habré muerto como autora al terminar esta carta; por eso sé que estas palabras serán tuyas cuando las leas; por eso no entiendo, niño, por qué persigues un final.


Probablemente esto se sobreentienda demasiado y probablemente yo siga siendo una imbecil que escribe cosas que nunca debería decir.


Tal vez tuve razón desde el principio, y las coincidencias en mi planeta solo pueden ser provocadas. Tal vez regreses, y aún no sea demasiado tarde.


Y sentir no es poco. Precisamente por eso se que mi planeta extraño se transforma con el agujero negro que tú has elegido y has adoptado.

Por eso sé que quiero imaginar una vez más tu mirada oscura. Por eso sé que aún quiero esperarte un poco más.

Porque no entiendo si ha sido mi impaciencia la que te obligó a sumergirte en senderos prohibidos. Porque no se si es suficiente que te espere, o si es que tú necesitas un final.


Yo me quedo con sentir. En mi planeta extraño. Con tu mirada oscura. Solo un poco más.

1 comentario:

El mundo de Yas (Andrés) dijo...

nada es por casualidad....
Andres